Standard & Poor’s podría rebajar calificación de EEUU en los próximos 90 días

Fuente: EFE
Fecha:21/07/11

La agencia Standard & Poors (def) anunció hoy que hay un 50% de posibilidades de que en los próximos 90 días rebaje la calificación de la deuda a largo plazo de EEUU, que hasta ahora gozaba de la nota ‘AAA‘, que indica máxima solvencia.

La agencia de calificación de riesgo indicó en un comunicado que desde que el pasado 18 de abril rebajase la perspectiva de la calificación de la deuda estadounidense de «estable» a «negativa», el debate político sobre la necesidad de elevar el límite de endeudamiento del país «solamente se ha enredado más».

Standard & Poors reiteró, como ya hizo el pasado 14 de julio cuando decidió colocar bajo vigilancia la nota de la deuda de EEUU, que «a pesar de los meses de negociaciones, ambas partes (en el Congreso) continúan en desacuerdo en temas fundamentales de política fiscal».

La nueva amenaza de la agencia de calificación pone aún más presión sobre el Congreso, donde se llevan a cabo intensas negociaciones para tratar de llegar a un acuerdo que permita elevar el techo de empréstito público del país (hasta ahora limitado por ley a US$ 14,29 billones) antes del 2 de agosto y evitar así que el país entre en una suspensión de pagos sin precedentes.

A pesar de que S&P ve como «pequeño» el riesgo de que finalmente el Gobierno estadounidense incumpla con sus obligaciones de pago, la agencia de calificación crediticia ve que ese peligro «se incrementa» a medida que se acerca la fecha límite para que republicanos y demócratas se pongan de acuerdo en aumentar ese techo de gasto.

Ya la semana pasada S&P aseguró que si el Congreso y el Gobierno finalmente llegan a un acuerdo antes del 2 de agosto, ellos «revisarán los detalles» de ese plan en los 90 días siguientes para determinar si, en su opinión, «es suficiente para estabilizar la dinámica de la deuda de Estados Unidos a mediano plazo».

La presión de las agencias calificadoras se va incrementando a medida que se va acercando esa fecha límite, y el pasado 13 de julio fue Moody’s(def) la que decidió colocar bajo revisión la deuda de Estados Unidos de cara a una posible rebaja, al tiempo que el 8 de julio había sido Fitch la que realizó esa amenaza.

Ante esas advertencias este miércoles el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, redobló sus esfuerzos para alcanzar un pacto bipartidista que ponga fin a la crisis de la deuda y evite la suspensión de pagos, con una nueva convocatoria en la Casa Blanca a los líderes republicanos y demócratas en el Congreso.

El nuevo impulso vino dado por la llamada propuesta del «Grupo de los Seis», que lanzaron el martes conjuntamente tres senadores republicanos y tres demócratas, y que fue alabada por el propio Obama al calificarla de «consistente» con su propio enfoque.

Fecha:21/07/11
Artículo: Futuro en deuda
Autor: Axel Christensen | Director ejecutivo BlackRock

La discusión en EE.UU. para elevar el límite de deuda aparece como un nubarrón con alta probabilidad de disiparse. El punto es que se aborde el problema de fondo del déficit para impedir una tormenta perfecta a partir de 2013.

Julio suele ser un mes caluroso y húmedo en Nueva York, con amenazas de nubarrones negros que pueden convertirse en tormentas en cosa de minutos, con relámpagos y fuertes lluvias. Este año no parece ser la excepción, aunque son otro tipo de nubarrones los que generan preocupación en las sedes de los bancos y fondos de inversión del mundo. He podido percibir esto de primera mano, trabajando algunas semanas desde las oficinas de BlackRock, en la calle 52, entre Madison y Park.

Claro, porque el próximo 2 de agosto se cumple el plazo fatal para que el Congreso norteamericano decida extender -o no- el límite al nivel de endeudamiento fiscal. El tope actual, que contempla la no friolera cifra de US$ 14,3 billones, ya se alcanzó en mayo pasado. Desde entonces, el Departamento del Tesoro, a través de medidas «extraordinarias», ha seguido emitiendo los instrumentos de deuda necesarios para hacer frente a las obligaciones del gobierno federal. Pero incluso esas medidas llegarán a estar copadas a comienzos del próximo mes, poniendo en riesgo los pagos de pensiones, los beneficios de salud y el sueldo de los empleados fiscales.

La aprobación por parte del Congreso se ha convertido en una fiera batalla política entre la administración del presidente Obama y el partido oficialista demócrata versus la oposición republicana. Estos últimos no han estado dispuestos a dar su apoyo sin asegurar cortes en el gasto fiscal, al mismo tiempo que refuerzan reducciones de impuestos.

Esta discusión, con más ruido político que verdadero impacto económico, habría pasado más o menos inadvertida en otras circunstancias. La verdadera crisis de deuda en Europa y la advertencia de clasificadores de riesgo de que Estados Unidos pudiera perder la máxima categoría si no se llega a una pronta solución, hacen que el asunto tome notoriedad.

En todo caso, en las discusiones en los pasillos con analistas y traders, por ahora este tema no genera el mismos grado de preocupación que la posibilidad de que España o Italia se sumen a la crisis de deuda de los países periféricos, como Grecia, Portugal o Irlanda. Tampoco ha provocado la ansiedad de los resultados de las pruebas de solvencia a los bancos europeos, dados a conocer la semana pasada.

Sin embargo, ya comienzan a aparecer analistas haciendo referencia a lo inimaginable: la posibilidad de que EE.UU. caiga en default, aunque sea por razones «técnicas» (si no se aumenta el límite de deuda a tiempo) y no por las mismas que aquejan a Grecia, es decir, por solvencia.

Lo anterior lleva a preguntarse si realmente estamos frente a una crisis de tanta o mayor magnitud que la vivida el 2008, cuando el sistema financiero global se salvó a último minuto de desplomarse (y varios no vivieron para contarlo). O, más bien, no es más que una pataleta política.

Si nos fijamos en el pasado como patrón, no debieran existir razones para preocuparse demasiado. En octubre del 2008, en el momento más álgido de la crisis financiera, el Congreso también se enfrascó en una virulenta discusión sobre el programa de asistencia a los bancos. Luego de mucho tira y afloja, y ante un mercado que veía que la no aprobación del programa llevaría a la debacle financiera, republicanos y demócratas llegaron a un acuerdo de último minuto.

La motivación para llegar a ese arreglo es probablemente la misma que llevará a una solución a la discusión de hoy. Ninguno de los dos partidos quiere asumir la responsabilidad de llevar a EE.UU. a un incumplimiento financiero, más aún a un año de las presidenciales y legislativas.

El escenario más probable, por lo tanto, es que se negocie un acuerdo que cumpla con el mínimo de las pretensiones de ambos bandos. Por un lado, Obama tendrá que entregar recortes que proponen sus opositores, del orden de US$ 2 billones. Al mismo tiempo, los republicanos tendrán que conceder aumentos de impuestos (o con mayor probabilidad la no extensión de programas de rebaja tributaria) por montos en torno a US$ 1 billón. Ambas medidas, sin duda, operarán después del 2013. Ello tanto por razones electorales como también porque la economía norteamericana sigue demasiado débil como para hacer frente a un programa de austeridad fiscal tan duro en lo inmediato.

Al momento de cerrar esta columna, el presidente Obama le daba su respaldo a un plan diseñado por la «Banda de los Seis», un grupo de senadores republicanos y demócratas, que implica recortes por US$ 3,7 billones en diez años. Las indicaciones preliminares de este plan apuntan a una cirugía mayor a los beneficios de la seguridad social y salud pública (Medicare) (def), además de cambios significativos al Código Tributario. Esto último implicaría un aumento de ingresos fiscales de US$ 1 billón en una década, aunque también se contemplan reducciones impositivas necesarias para asegurar el apoyo de los republicanos. En una conferencia de prensa este martes, Obama urgió al Congreso a actuar con celeridad. Por lo tanto, todo apunta a que los incentivos están puestos en que la «crisis» sea resuelta en el corto plazo.

Más nubes en el horizonte

Sin embargo, es necesario reconocer que el problema del déficit fiscal de EE.UU. está lejos de ser resuelto. Es tan sólo cosa de tiempo, con el Tesoro norteamericano emitiendo cerca de US$ 125 mil millones al mes (US$ 1,5 billones al año), para que un nuevo límite de deuda eventualmente aprobado se vuelva a copar, y la discusión se repita, esta vez con cifras aún mayores. Lo que hoy aparece tan sólo como nubarrones con alta probabilidad de disiparse, puede convertirse en la tormenta perfecta a partir del 2013 ó 2014 si el gobierno no enfrenta el problema del déficit de manera contundente en los próximos dos años.

¿Cómo se anticipa el desenlace a lo que parece una farsa teatral hoy, pero que puede convertirse en una gran tragedia griega -literalmente- en el mediano plazo?

Es interesante notar que el consenso del mercado parece compartir una visión un tanto bipolar del asunto. Por un lado, los bonos del Tesoro americano siguen comportándose como activos de refugio, particularmente ante el negativo escenario de la deuda en Europa. Ello se refleja en que la emisión de referencia de 10 años se transa por debajo del 3%, aun después de terminado el 30 de junio pasado el programa de compra de bonos gubernamentales por parte de la Reserva Federal. Es más, en casos similares del pasado, como la demora del Congreso en aprobar el presupuesto federal en 1995, la reacción del mercado fue bajar las tasas.

Sin embargo, por otro lado, el dólar sigue debilitándose contra monedas como el franco suizo (la moneda de refugio de las cuentas de alto patrimonio) o monedas de países emergentes, como Chile. Más notorio aún, y también tema recurrente en la discusión acá, ha sido el aumento en el precio del oro, el activo de refugio por excelencia, ya sea en tiempos de altos niveles de inflación (no es el caso de países desarrollados) o de escenarios financieros cataclísmicos, como durante el 2008 cuando su precio subió cerca de un 5%, mientras el resto de los mercados se desplomaban más del 20%. La evidencia apunta a que todavía muchos inversionistas mantienen la confianza en que el Tesoro americano pagará sus obligaciones, aunque no son pocos los que anticipan que ello será posible sólo si permite que el dólar se siga devaluando.

Frente a esta situación, las clasificadoras de riesgos como Standard & Poor’s o Moody’s quieren evitar ser nuevamente los blancos de las críticas, como lo fueron durante la crisis financiera del 2008. Es por ello que S&P ha advertido que aun siendo técnica la causa de un default por parte de EE.UU., ello no lo exime de la consiguiente baja a «D» desde su actual categoría «AAA». Moody’s, por su parte, si bien ha sido menos drástica, es clara en comunicar que las perspectivas de largo plazo van en directa relación con la posibilidad de lograr acuerdos para reducir el déficit fiscal. Incluso va más allá y sugiere cambiar por completo el sistema actual, donde se fija límite a la capacidad de endeudamiento, por uno que limite el gasto fiscal a financiar.

En este sentido, Moody’s menciona a Chile como un ejemplo en el manejo de las finanzas públicas, que mediante la regla de responsabilidad fiscal limita el nivel de aumento del gasto público, pero técnicamente no se restringe la capacidad de endeudamiento estatal. Ello ayudaría a ponerle «paños fríos» a una discusión que ha llegado a niveles de acaloramiento similares a estos días de julio en Nueva York.

Acerca de Ocktopus

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