Fecha:20/05/11
Fuente:Qué Pasa
Autor: Juan Pablo Garnham O., desde Londres
Para los oídos de la opinión pública, el terrorismo en Irlanda del Norte dejó de ser audible después de los acuerdos de paz de 1998. Sin embargo, todavía hay actos de violencia entre católicos y protestantes en el Reino Unido. Aún así, la reina Isabel realizó una histórica visita.
Pocas quejas se escuchan de los turistas cuando vienen a Londres. Una de ésas es sobre la falta de basureros. En el metro, en las estaciones de trenes y en los lugares turísticos es difícil encontrarlos. La razón de esto es uno de los pocos resabios de una época más violenta: durante los ochenta, el IRA muchas veces depositaba sus bombas en estos lugares.
Hoy, el principal enemigo es el fundamentalismo islámico. Sin embargo, a veces la ciudad se acuerda de esta época, cuando los independentistas de Irlanda del Norte intentaban atacar blancos británicos. Este lunes la policía recibió una amenaza de bomba y nuevamente fue posible escuchar las sirenas de las patrullas y ver a perros entrenados olfateando, buscando explosivos. Una tapa de cloaca levantó sospechas y obligó a cerrar por cinco horas el Mall, la turística calle que termina en el Palacio de Buckingham
En Irlanda del Norte este hecho no habría llamado particularmente la atención. Grupos disidentes, minorías que aún se resisten al tratado de paz de 1998, son responsables de amenazas casi semanalmente, la mayoría de las veces sin que existan explosivos. El último mes, sin embargo, fue asesinado Ronan Kerr, un policía católico de 25 años. Extremistas de su mismo origen pusieron una bomba bajo su auto. Para ellos, Kerr era un traidor al formar parte de la nueva policía norirlandesa, que integra a protestantes y católicos..
El padre de otro policía católico de este servicio habló -bajo anonimato- con la radio de la BBC para explicar cómo su hijo y otros oficiales católicos se sienten frente al asesinato: «Estos jóvenes crecieron en otra era, no vivieron los troubles (la época de máxima violencia en Irlanda del Norte) y no tienen esa amargura que nosotros tuvimos. El ataque les impactó, pero no ha cambiado su actitud».
En Escocia, mientras tanto, otro norirlandés era víctima de ataques, pero salvó ileso. Neil Lennon, entrenador del Celtic FC -uno de los equipos más populares del Reino Unido, vinculado a los irlandeses de Glasgow-, recibió una carta-bomba y, días después, fue golpeado por un asistente en un partido contra el Hearts de Edimburgo.
Pese a estos sobresaltos, el proceso de paz sigue y las posiciones continúan acercándose a casi trece años de ese viernes santo donde los extremos se pusieron de acuerdo. La población, en su mayoría, de a poco ha vuelto a la calma. El centro de Belfast, por mucho tiempo el foco de los atentados -en el Hotel Europa, el más importante del área, explotaron 28 bombas-, ha vuelto a ser frecuentado por católicos y protestantes, quienes por mucho tiempo lo evitaban y se refugiaban en sus ghettos.
La tensión ha disminuido muchísimo, pero aún late. Esta semana, la reina Isabel realizó la primera visita de un monarca británico desde que en 1921 se proclamara la Independencia de Irlanda. En Dublín, visitó el memorial a quienes lucharon por la independencia en contra de las tropas reales. El primer ministro irlandés, Peter Robinson, calificó el viaje como «un signo de la normalización de las relaciones entre los dos países». Como acostumbran a hacer los miembros de la casa real en sus viajes, la reina plantó un árbol en la casa presidencial. Mientras, un centenar de jóvenes protestaban contra ella en el centro de Dublín, tirando piedras a la policía y quemando la bandera británica.
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